Si de verdad, nos
traiciona, o si es que alguna vez hemos tenido las ideas claras.
Es posible que en el
paso de los años cuando no se ha tenido las neuronas en su lugar y han sido
unos oportunistas circunstanciales nos lleva a creer en lo que creímos casos
normales.
En el peor de los casos
nos sucede lo del dicho que: “La cuña del mismo árbol es la que más aprieta”
“Hegel
dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia
universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar:
una vez como tragedia y la otra como farsa”
Karl
Marx,
Veamos
dos artículos que se aclaran las ideas de los posibles confundidos.
(¡)
Palabras de Salvador Allende
para Maduro
Por Ariel Dorfman
Nicolás
Maduro ha invocado frecuentemente la figura señera de Salvador Allende, muerto
en Santiago de Chile en 1973 en un golpe apadrinado por los Estados Unidos.
Como alguien que trabajó con el presidente socialista chileno durante los
últimos meses de su gobierno, imagino así los consejos que Allende le dirigiría
a su díscolo colega venezolano desde el otro lado de la muerte:
Señor
Presidente Nicolás Maduro:
Ud.
ha jurado que nunca será derrocado como me sucedió a mí cuando el General
Pinochet liquidó la democracia en mi país y estableció una larga dictadura de
diecisiete años que dejó tras sí una secuela de sangre, dolor e injusticia.
Entiendo
su deseo de enfatizar las similitudes entre su situación y la mía. Aunque hay
incómodas y embarazosas diferencias entre nosotros, también existen paralelos
alarmantes. Tal como en Venezuela hoy, el Chile revolucionario de 1973 estaba
ferozmente dividido en dos campos beligerantes, con los líderes del Congreso
clamando sediciosamente para que los militares intervinieran contra el gobierno
constitucional, acicateados por los sectores más pudientes de la sociedad que
no aceptaban que intentáramos construir una sociedad que beneficiaba a las
grandes mayorías ciudadanas de la patria en vez de intereses
minoritarios.
El
experimento chileno –llegar al socialismo por medios pacíficos– se encontraba
asediado, padeciendo formidables problemas económicos, aunque nada en
comparación con el desastre humanitario que aqueja a Venezuela hoy. Y tal como
Nixon y Kissinger y las multinacionales yanquis conspiraron contra Chile en
1973, Trump, Pence, Pompeo y los consorcios petroleros alientan la campaña
contra Venezuela, una arrogante repetición de las innumerables intervenciones
de Washington realizadas incesantemente en los asuntos internos de países de
todo el mundo. De hecho, Trump acaba de exceder incluso a Nixon (¿quién
pensaría que tal cosa fuese posible?), pidiendo desfachatadamente un golpe
militar y amenazando a los soldados de Venezuela con “perderlo todo” si no lo
llevan a cabo.
Pese
a estas semejanzas entre Chile en 1973 y Venezuela en 2019, siento que Ud. le
hace un flaco servicio a la causa revolucionaria al equipararse conmigo.
Durante toda mi vida fui un ardiente defensor de la democracia: mi gobierno
nunca restringió los derechos de asamblea y prensa, ni menos encarceló a
opositores, aunque algunos abusaron de esta libertad con atentados terroristas
y mentiras descomunales, ayudados por millones de dólares de la C.I.A.. Y
acepté el resultado de cada elección durante mi mandato, sin tomar en cuenta si
me eran favorables. Una disparidad adicional: Ud. cuenta con profuso apoyo de
Rusia y China, mientras que a mí, cuando le pedí ayuda a lo que era entonces la
Unión Soviética, no me prestaron ni un peso (tal vez una revancha por haber
condenado yo las invasiones soviéticas de Hungría en 1956 y de Checoslovaquia
en 1968). En cuanto a China, tenía reservas acerca de nuestra revolución
libertaria, hasta el punto de que Mao rehusó romper relaciones con el régimen
de Pinochet.
Vuestra
crisis se ve complicada: si bien se encuentra Ud. amenazado con una revuelta
militar financiada y coordinada desde el extranjero, al mismo tiempo despliega
tendencias fuertemente autoritarias con las que definitivamente no me
identifico. Tiene razón al rechazar la interferencia foránea en Venezuela y
razón al denunciar las funestas consecuencias de que las Fuerzas Armadas se
alcen contra un gobierno constitucional. Pero se equivoca al socavar, con sus
acciones represivas, la democracia que dice estar protegiendo, y se equivoca
cuando persigue a ciudadanos cuyo patriotismo y amor por los derechos humanos
no puede ser disputado. Y quién puede dudar de que su gobierno exhibe niveles
preocupantes de corrupción e ineficacia. Debo agregar que, para mis
compatriotas que sufrieron un exilio masivo bajo Pinochet, es angustioso
observar los vastos contingentes de sus propios ciudadanos que se sienten
compelidos a huir de su tierra natal.
Como
declara que soy su héroe y modelo, permítame ofrecerle un consejo acerca de
cómo salvar a Venezuela de una guerra civil y, a la vez, conservar algunas de
las reformas bolivarianas que han favorecido a los sectores desaventajados de
su país. Cabe observar que muchos de los que ahora azuzan un motín contra
vuestro gobierno en nombre del pueblo sufriente mostraron en el pasado escasa
preocupación por la situación desmedrada y, en efecto, sufriente, de los
venezolanos más desamparados.
Cuando
Chile se encontraba paralizado por una oposición dispuesta a todo para
derrocarme, tomé la decisión de anunciar el 11 de septiembre de 1973 la
convocatoria a un plebiscito para que el pueblo decidiera el rumbo futuro de la
patria. Si yo perdía, renunciaría a la Presidencia y se llevarían a cabo nuevas
elecciones. Al conocer los golpistas mis propósitos – ¡qué sorpresa!,–
adelantaron el día de su asonada, probando que, lejos de querer resguardar la
democracia, deseaban destruirla.
No
sé si Ud. está dispuesto a impulsar un referéndum como el que yo iba a plantear
hace más de 45 años en Chile, una consulta que hubiera preservado tanto la
democracia como la soberanía nacional.
Este
tipo de solución, además de ahorrarle tanto sufrimiento y sangre al pueblo
venezolano, tendría un efecto benéfico en el resto de América Latina. Aunque es
verdad que muchos de los problemas que acosan a vuestro país se deben a USA,
que ha boicoteado y saboteado vuestra economía, como lo hizo con la nuestra, es
incontestable que su mal gobierno está dañando a las fuerzas progresistas del
continente, donde se lo presenta a Ud. como un cuco, el hombre del saco y del
saqueo. Varios movimientos de derecha, incluyendo en Colombia, Argentina,
Brasil y Chile, han tenido éxito al proyectarse como los únicos capaces de
salvar a sus patrias de instaurar “otra Venezuela”. En Chile, tal campaña del
terror llegó al absurdo de que la derecha de raíces pinochetistas acusó a la centro
izquierda que había terminado con la dictadura de querer convertir al país en
“Chilezuela”. Hasta Trump ha dicho, ridícula y maliciosamente, que solo él
podrá impedir que su país caiga en el “socialismo” de Maduro.
Tales
insidias han contribuido al auge de un populismo conservador y
ultranacionalista que demoniza a quienes batallan por las profundas
transformaciones que Nuestra América sigue necesitando.
No
me extrañaría que me hiciera ver que mi creencia en las negociaciones y una
revolución que valoraba los derechos de mis contrincantes llevó a mi muerte y
al desmoronamiento de “la vía chilena al socialismo.” Mi respuesta desafiante
es que ahora, tantas décadas más tarde, mi decisión de sacrificar mi vida por
la democracia y una revolución pacífica es un ejemplo leal y luminoso para los
pueblos sedientos de libertad y justicia social.
Me
cabe la esperanza de que Usted, al meditar mis palabras, sepa hallar una salida
de esta crisis que, junto con prevenir una conflagración fratricida, facilite
la lucha de los hombres y mujeres de nuestra Tierra que buscan una existencia
digna y decente, libre de miseria, opresión y mentiras, las grandes alamedas de
que hablé cuando me despedí de este mundo.
Lo
saludo, desde el otro lado de la muerte y de la historia,
Salvador
Allende
*
Autor de La Muerte y la Doncella y la novela Allegro. Fue consejero de prensa y
cultura del secretario general de gobierno de Salvador Allende en 1973.
Pagina12: 21-02-19
Todo
aquello a lo que cerramos los ojos, todo aquello a lo que huimos, todo lo que
negamos, denigramos o despreciamos, sirve para derrotarnos al final.
HENRY
MILLER
En este caso, también es
válido lo que callejeramente se suele decir cuando llegamos a cierta edad y no
tenemos las ideas claras o perdemos el horizonte de la historia que se dice:
“estas cocheando”
Al respecto veamos que nos
dice……
EL PROXIMO, EN CONTESTACION A ESTE ARTICULO, SE TITULA “NO EN MI
NOMBRE”. De Atilio Borón.
¡¡¡VIVA LA REPUBLICA!!!
Saludos republicanos.
La Habana 06-03-19
Manuel Trujillo Artilles
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