El problema es la guerra
Rosa Martínez
Coportavoz de Equo
El que desde hace
varias semanas veamos inundados nuestros dispositivos electrónicos de durísimas
imágenes, no debe hacernos olvidar que ni es un problema de hace dos días, ni
es algo exclusivo de la guerra de Siria. Y no olvidemos tampoco que si se han
convertido en actualidad informativa, es simplemente porque es imposible seguir
guardándolas debajo de la alfombra. Y como no, porque han entrado hasta el
salón de nuestra casa europea.
Desde que el mundo es
mundo y hay guerras en él, hay personas que huyen de los ataques, de la
violencia, de los abusos, de la represión de los ejércitos y de un hogar
arrasado donde es imposible continuar la vida. O al menos una vida que merezca
ser vivida.
Y ese derecho, que
debería ser básico para cualquier persona, es arrebatado diariamente y con
total impunidad por la pobreza, la violencia y el cambio climático. Un política
europea de asilo y migratoria basada en los derechos, la justicia y la
solidaridad es la primera medida de urgencia para una herida que sangra
demasiado. No importa que acojamos a más personas o que destinemos más
recursos, no, lo que importa es que acabemos con las causas últimas que obligan
a familias enteras (o más bien destrozadas) a iniciar un viaje lleno de
peligro, miseria, incertidumbre e indignidad.
Si tratamos de
enumerar algunas de las guerras que hay actualmente en el mundo, es posible que
pensemos en un primer momento en Siria, Irak, Afganistán o Gaza. Y que nos
cueste mucho más esfuerzo acordarnos de Somalia, Yemen, Nigeria, Sudan,
Cachemira, Congo o cualquier otro lugar en el mundo donde los enfrentamientos
armados cuestan muchas vidas humanas.
Simplemente visitando
la entrada de Wikipedia sobre
Conflictos y Guerras actuales podemos hacernos una idea del
número de países en guerra, o donde los conflictos y la violencia alcanza
niveles de intensidad insostenibles para las personas que allí viven. Y si nos
fijamos en el mapa, entenderemos por qué hoy en Europa, el continente
fortaleza, estamos alambrando nuestras fronteras: simple y llanamente porque
estamos rodeados de guerras. Literalmente.
No somos conscientes
del precario equilibrio geopolítico que nos rodea y por eso parece pillarnos
por sorpresa que millones de personas de medio continente africano y parte del
asiático vean Europa como el único lugar seguro donde vivir una vida digna de
ser vivida: todo su entorno geográfico les ofrece la misma situación de
violencia y miseria de la que intentan huir.
Las guerras han
desaparecido de los telediarios y de la sección de Internacional de los
periódicos. Solo el recrudecimiento de los ataques o un número elevado de
civiles nos recuerdan que las guerras siguen matando gente. La diferencia es
que ya no es parte de nuestra narrativa de cambio. El antimilitarismo y el
pacifismo parecen no estar de moda en la sociedad civil. El deseo de la paz
mundial y acabar con las guerras en el mundo, tan popular y generalizado en el
pasado, ha desaparecido de nuestro discurso.
La paradoja, es que
las mismas instituciones y gobiernos a los que hoy les pedimos que se pongan de
acuerdo para dar una respuesta a las necesidades y derechos de las personas
refugiadas, son responsables de las guerras en el mundo. Una guerra necesita
dos cosas para darse: armas y una razón. Los estados europeos figuran entre los
mayores exportadores de armas del mundo (excepcional infografía de AI: Who’s
arming the world?), asi que en nombre del crecimiento económico dudo
que muestren un interés real en que las guerras terminen. A esto hay que
sumarle que detrás de cada guerra hay un interés económico, ligado directamente
al control de recursos naturales: petróleo y gas (Libia y Oriente Medio),
minerales raros (coltán en el Congo) o el agua (Gaza).
Es evidente, que la guerra sigue siendo un gran negocio para unos pocos a costa
de destrozar millones de vidas, el Planeta y la dignidad humana.
Marià Delàs lo
resumía perfectamente en su artículo No
desvíen la atención “Esos
gobernantes, obedientes hasta el ridículo con el poder económico, esconden que
las personas que hoy buscan acogida en Europa no son más que una parte muy
pequeña de la población directamente damnificada por sus políticas militaristas
postcoloniales y por las guerras que ellos han provocado.”
Pedir más recursos y
un cambio en la política de asilo es imprescindible y urgente. Pero lo que es
necesario, lo que es primordial y lo que realmente es transformador es atacar
la raíz del problema: la guerra. Pidamos también a nuestros gobernantes que
acaben con las políticas militaristas, comerciales, energéticas y económicas
que obligan a las personas a huir, buscando un lugar en el mundo donde poder
vivir una vida que merezca ser vivida
Publico.es: 04-09-15
¡¡¡MALDITAS LAS GUERRAS!!! ¡¡¡MALDITAS LAS GUERRAS!!! ¡¡¡MALDITAS
LAS GUERRAS!!!
¡¡¡MALDITOS QUIEN LAS CREAN!!! ¡¡¡MALDITOS QUIEN LAS
CREAN!!! ¡¡¡MALDITOS QUIEN LAS CREAN!!!
¡¡¡MALDITOS QUIENES COLABORAN!!! ¡¡¡MALDITOS QUIENES
COLABORAN!!! ¡¡¡MALDITOS QUIENES COLABORAN!!!
¡¡¡MALDITOS LOS QUE CALLAN!!! ¡¡¡MALDITOS LOS QUE CALLAN!!! ¡¡¡MALDITOS
LOS QUE CALLAN!!!
¡¡¡MALDITOS LOS QUE COBRAN
POR MATAR!!! ¡¡¡MALDITOS LOS QUE COBRAN POR MATAR!!!
¡¡¡MALDITOS LOS QUE
COBRAN POR MATAR!!!
¡¡¡MALDITOS SEAN TODOS ESTOS MAL NACIDOS!!! ¡¡¡MALDITOS SEAN
TODOS ESTOS MAL NACIDOS!!! ¡¡¡MALDITOS SEAN TODOS ESTOS MAL NACIDOS!!!
SI NO FUERA UN INSULTO PARA LAS PERRAS DIRIAMOS ¡¡¡MALDITOS
HIJOS DE PERRAS!!!
ESTAS, LAS PERRAS, SON MEJORES MADRES QUE LAS MADRES DE ESOS MALDITOS MENCIONADOS
ANTERIORMENTE.
ESTOS MALDITOS ES DE QUIEN SUSCRIBE
La Habana, 05-09-15
Manuel Trujillo Artiles
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