miércoles, 30 de octubre de 2019

CONTRA LOS CRIMINES COMETIDO, Y QUE SIGUEN COMETIÉNDOSE EN CHILE.


El juez español que detuvo a Augusto Pinochet
Baltasar Garzón: Carta abierta al presidente de Chile, Sebastián Piñera
El jurista analiza los motivos que llevaron al estallido a Chile y alerta sobre los peligros de utilizar a los militares para reprimir la protesta social. "El ejército no está preparado para controlar el orden público, sino para hacer la guerra, para doblegar al enemigo o destruirlo", asegura en una carta abierta publicada por el diario digital español infoLibre.
Por Baltazar Garzón
 Señor Presidente:
Soy Baltasar Garzón, el juez español que ordenó la detención de Augusto Pinochet en Londres el 16 de octubre de 1998. No le conozco, ni he mostrado interés en hacerlo. Sí lo he hecho con todos los demás presidentes democráticos de su país, al que tanto quiero. Quizás por el cariño hacia el pueblo chileno y por la defensa que siempre he hecho de las víctimas, mi defensa de los pueblos originarios y de los más vulnerables, he decidido dirigirle esta misiva con profundo dolor e indignación por lo que está ocurriendo en Chile.
Señor Presidente, tal parece que chilenas y chilenos han dicho basta. Y lo están diciendo fuerte y claro. Se trata de un estallido social espontáneo que no está dirigido por partido político alguno. Una simple protesta estudiantil por el alza en el billete de metro, severamente reprimida por la policía, Carabineros de Chile, fue la mecha que encendió la rabia y la ira acumulada durante casi treinta años. Ellos han sido los ejecutores de una medida política ordenada por su gobierno.

Señor Presidente, convendrá conmigo que, debajo del pretendido milagro económico que muchos atribuyen a Pinochet, un modelo de desarrollo mantenido por la transición chilena y la posterior democracia, se esconde el triste récord de ser uno de los diez países más desiguales del mundo, al mismo nivel de Ruanda, según el índice Gini aplicado por el Banco Mundial. Es cierto que en el país existe desarrollo y mucha riqueza, pero sólo para una reducida élite política y empresarial. Asimismo, Chile posee también unas cifras macroeconómicas inmejorables, con un sostenido crecimiento durante décadas, pero con un paulatino y constante empobrecimiento y endeudamiento de la inmensa mayoría de la ciudadanía, que este año alcanzó su máximo histórico, según la prensa y el propio Banco Central. Su país, señor Presidente, también ingresó hace años en el selecto club de las naciones ricas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), como flamante país desarrollado, con altos niveles de productividad y competitividad, pero, nuevamente, a costa de bajos salarios de los trabajadores y de una casi total desprotección social.
Como la máxima autoridad política, usted debe saber que la Constitución que rige actualmente en Chile fue adoptada en plena dictadura militar, mediante la celebración de un referéndum que tuvo lugar mientras los testaferros de Pinochet torturaban, asesinaban y desaparecían a los opositores políticos. Esa Constitución experimentó varias modificaciones para hacer posible la transición y luego la entrada en democracia, y ha sido reformada después en innumerables ocasiones, pero su espíritu y su orientación sigue siendo la misma. No hay un Estado “social” y democrático de Derecho, sino un Estado “liberal” o “neoliberal” o “subsidiario” de Derecho. Ello implica que, salvo excepciones, los servicios públicos del Estado son de mala calidad, pensados para personas de muy escasos recursos o indigentes, por lo que quien quiera acceder a ellos en condiciones adecuadas, debe contratarlos en el mercado. Así ocurre con la educación, con la sanidad, con las pensiones, con el transporte y con un largo etcétera. Realmente, pese a los esfuerzos de algunos gobiernos progresistas, no existe Estado de Bienestar. En la lógica neoliberal el Estado debe ser pequeño, lo más pequeño posible, por lo que si alguien quiere acceder a servicios de calidad, debe pagarlos con sus propios recursos, convirtiendo así a ciudadanas y ciudadanos en meros consumidores de servicios privados.
Es por ello, señor Presidente, que en los últimos años se han dejado ver las protestas de estudiantes secundarios y universitarios, de pensionistas, de trabajadores que reclaman un sueldo digno, sin que sus demandas hayan sido debidamente atendidas. Se ha hecho patente el descontento, la falta de expectativas, la indiferencia de las autoridades y sus promesas incumplidas, sumado a millonarios escándalos de corrupción de grandes empresas, de políticos, incluso del Ejército, del propio cuerpo de Carabineros de Chile y, cómo no, de usted mismo. Usted está acusado de enriquecerse presuntamente en forma ilícita en la dictadura y de evadir impuestos de bienes inmuebles durante treinta años. Todo ello hizo que una leve alza en el precio del metro fuera la gota que rebasó el vaso, unida a una descontrolada y brutal represión policial sobre estudiantes secundarios.

La violencia engendra violencia


Quizás no le guste oír esto, pero usted, como presidente, frente a una protesta social sin precedentes en democracia, y con los neoliberales herederos de Pinochet que gobiernan actualmente el país, no han encontrado mejor salida que implementar una estrategia que conocen muy bien: acudir al Ejército para que los militares nuevamente salgan a la calle a reprimir a la gente.
De más está decir que la violencia engendra más violencia, que no se puede combatir el fuego con gasolina, que con los militares en la calle tarde o temprano habrá heridos graves y más muertos. El ejército no está preparado para controlar el orden público, sino para hacer la guerra, para doblegar al enemigo o destruirlo. Siempre que los militares salen a la calle, incluso si es para “combatir” o “luchar” en una supuesta guerra a la delincuencia, las cosas no han hecho más que empeorar. La delincuencia, los saqueos y desmanes no cesan, sino que a ellos se suma la violencia estatal, que se ejerce de manera indiscriminada y que luego se oculta de la peor manera para garantizar su impunidad. Pero, señor Presidente, usted y el gobierno que dirige se equivocan de objetivo: El pueblo no es el enemigo sino la víctima, y al pueblo hay que protegerlo y no castigarlo con medidas de excepción.

“¡Hemos perdido el miedo!”, dicen chilenas y chilenos en redes sociales, “¡Chile despertó!”, es uno de los lemas de este movimiento social espontáneo que ya comienza a organizarse. “¡Esto no ha hecho más que empezar!”, aseguran otros. “¡Tenemos que seguir!”, afirma un campesino al ver cómo ante las protestas, aquel río seco ayer fluye hoy a caudales después de que una importante empresa liberase el agua injustamente arrebatada a quienes subsisten de la agricultura.
Por nuestra parte, seguimos y seguiremos muy atentos a lo que ocurre en Chile. Sepan que las violaciones de los derechos humanos que se están cometiendo y los crímenes perpetrados en contra de la población civil, esta vez no quedarán en la impunidad porque, además de la Fiscalía de Chile y del Instituto Nacional de Derechos Humanos, existe la Jurisdicción Universal, existe la Corte Penal Internacional, el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y una comunidad internacional atenta y vigilante, que no permitirá que en Chile se vuelvan a repetir los horrores del pasado.
No le quepa duda, señor Presidente, que no somos de la opinión del secretario general de la OEA, que echa la culpa de todo lo que ocurre en Latinoamérica a Cuba, Venezuela, Rafael Correa, Lula da Silva, Cristina Fernández de Kirchner o Alberto Fernández y de quienes discrepan de la ola neoliberal que nuevamente con el patrocinio del norte, como aconteciera en los años 70, asola el continente. Esta vez no nos vamos a dejar engañar ni humillar por aquellos que de nuevo quieren avasallar y acabar con la resistencia y expresión democráticas del pueblo.
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Ex juez, miembro del Consejo latinoamericano de Justicia y Democracia.
Pagina12: 23-10-19

NOTAS DE QUIEN SUSCRIBE: Añadir, las preocupaciones de los politiquillos españolistas (De España).
La gran preocupación por los derechos humanos en Venezuela. Es de obligado cumplimientos señalar a los testaferros de la política española con sus nombres y apellidos: D. Pedro Sánchez, D. Pablo Casado. D. Albert Rivera. D. Pablo Iglesia. Y el recién llegado ultra derechista, fascista, D. Santiago Abascal.
Casi se me olvida el principal representante del franquismo fascista D. Felipe Borbón (Felipe VI).
Había que preguntarle a  (iba decir gentuza) estos perversos hipócritas quienes les han dado a unos 15.000 venezolanos el visado español por humanidad y ahora les dan unas ayudas económicas a 5.000 euros pero no protestan por las casi 40.000 personas que han muertos por el terrible bloqueo que sufren los venezolanos de los perros gobernantes yanquis. Como consecuencia, estos personajillos  se preocupan por los derechos  humanos en Venezuela, Nicaragua y Cuba, por citar tres nada más.
HAY MÁS:
¿Qué dicen del hambre en la Argentina de Mauricio Macri? ¿Qué dicen del fascista homófono de Brasil  Jair Bolsonaro? ¿Qué dicen del asesino y ladrón Juan Orlando de Honduras? ¡Qué dicen de los crimines cometidos contras los exdirigentes de la FARC y pueblo  en general de Colombia de un tal Iban Duque? ¿Qué nos dice de los crímenes cometidos en Chile por el fascista pinochetista Sebastián Piñera? ¿Qué dicen del Judas, traidor, bandido de Lenin Moreno que matan a su pueblo, Ecuador? ¿Qué dicen de los corruptos de Perú encabezado por el tal Martin Vizcarra? ¿Qué dicen del ladrón y fascista de Jovenel Moise, Haití? ¿Qué dijeron del fraude electoral en Guatemala el 11 de agosto saliendo elegido el ladrón-italiano Alejandro Giammattei? ¿Qué dicen de Nayit Bukeli presidente del El Salvador quien se ha dedicado a matar a todos los dirigentes sociales y políticos?
¿Qué dicen? ¿Qué dicen? ¿Qué dicen?
¡¡¡ASESINOS SON; LENIN, DE ECUADOR, COMO TAMBIÉN PICHERA, DE CHILE!!!
Pero más asesinos son los que con  su silencio se convierte cómplices. Todos los gobiernos de esa Europa vieja, que son fascistas, apoyan a los militares chilenos que asesinan y crucifican, van cuatro crucificados, cuando también violadas algunas mujeres y hombres por los asesinos militares carabineros matando a su pueblo quienes les pagan para que coman. ¡¡HAY UNOS 400 NIÑOS MENORE DE EDAD DETENIDOS!!
El silencio es más elocuente que las palabras.
Claro, estas cosas no suceden en Venezuela.
¿Qué dice el tal D. Pedro Sánchez, presidente sin serlo de España, quien le diera a Nicolás Maduro Moros 8 días para que hicieran elecciones acusándolo de dictador?
¿Qué dicen los medios, mal llamado de comunicación, salvo algún artículo sobre Chile o Ecuador sin profundizar en el tema? Mutis por el foro. ¿Será por miedo al imperio yanquis? ¿Dónde está Felipito González Márquez quien dijera que Pinochet se quedaba chiquito al lado de Nicolás Maduro? Maduro ¡¡nunca!! Sacó los militares a la calle para que mataran a su pueblo, a pesar de los cuatro meses que duraron la guarimbas pagadas por los yanquis y los europeos, Piñera, el hijo de Pinochet, le declaró la guerra a su pueblo chileno.
¿Qué dicen toda la basura política española? Nada, no les conviene porque son tal para cual. Es decir, de sus mismas ideologías. Fascista pura y dura.

¡¡¡¡VIVA SALVADOR ALLENDE!!!!

¡¡HASTA LA VICTORIA SIEMRE!!

¡¡¡VIVA LA REPUBLICA!!!

Saludos republicanos.
La Habana, 31-10-19
Manuel Trujillo Artiles.

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